Las Siete Palabras últimas de Jesús en la Cruz
PRIMERA PALABRA:
"Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Dividiendo sus vestidos, echaron suerte sobre ellos. El pueblo estaba allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido. Y le escarnecían también los soldados, que se acercaban a Él ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también una inscripción sobre Él: Este es el rey de los judíos (Lc 23, 33-38)".
Reflexión:
Jesús, traicionado, llevado a los tribunales como acusado y luego juzgado, cruelmente azotado, escupido, golpeado, maltratado, condenado a muerte, castigado a subir con su propia cruz, luego desnudado en público, tendido sobre la cruz, clavado a través de sus huesos de manos y pies, esta recibiendo las ofensas y burlas, y lo único que dice es: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
Súplica
Señor, eres lo mas maravilloso, todo lo que te han hecho y no pides su castigo, no le guardas rencor, pides por ellos. Cuantas veces Señor, no es nada lo que nos hacen y no somos capaces de perdonar. Tengo que aprender eso de ti mi Señor, dame esa fuerza para no ser rencoroso, para tener esa capacidad de perdonar, danos esa virtud necesaria para vivir sin odios y también perdóname Señor por no haber sido misericordiosos como tú lo eres,
Piedad y clemencia Señor.
SEGUNDA PALABRA
"Uno de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros. Pero el otro, tomando la palabra, le reprendía, diciendo: ¿Ni tú temes a Dios? En nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo de nuestras obras; pero este nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Él le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lc 23, 39-43).
Reflexión:
Señor, eres admirable, distingues en el corazón de los malhechores lo que ellos tienen y te has conmovido, es así como uno de estos, reclama desde su cruz tu inocencia, además reconoce en ti que eres Rey, y nos enseña como debemos cargar esa pesada cruz si hemos hecho algo para merecerlo. Señor, así como ese buen ladrón, y no como el otro quiero ser, esto es tener la capacidad para reconocer lo que merezco, la cruz que debo cargar, por mis malas acciones, pero en el fondo ser humilde y pedir perdón y misericordia
Súplica
Señor, por todas las veces que me he quejado de mi cruz, por todas las veces que he evadido la cruz que tú me ofreces para la salvación de mi alma, por toda y cada una de las veces que he sido egoísta, por todas aquellas veces que te pregunto por que a mi, por tantas veces que no he reconocido mis errores, te pido perdón Señor, y que me des las virtudes necesarias para no ser de esa manera.
Piedad y clemencia Señor.
TERCERA PALABRA:
"Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo que amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (Jn 19, 25-27).
Reflexión:
Una pregunta Señor, en ese momento donde estaban los otros, donde estaban esos permanentes seguidores, donde estaban lo otro miembros que acompañaba tu caminar, donde estaban todos esos que oyeron, y creyeron en ti, ¿dónde están ahora?, porque son tan pocos los que acompañaron el dolor de Maria. Así es también este mundo hoy Señor, somos cómodos, no siempre asistimos al sacrificio de la Eucaristía, decimos te acompañamos en las buenas y en las malas, es solo por cumplir y no actuamos.
Súplica
Señor, en cualquier circunstancias quiero acompañarte, en cualquier circunstancia quiero estar con mi Madre, tu Madre, Virgen María. Qué grande eres nuevamente Señor, invitarme a tener la dicha para que María Santísima sea mi Madre, Señor, gracias por entregarme a Maria como Madre, haz que nada me aparte de ella. Señor, por no haber estado acompañándote, por mis ausencias a la Santa Misa, por no estar siempre donde me necesitas.
Piedad y clemencia Señor.
CUARTA PALABRA
"Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de nona. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: ¡Eloí, Eloí, lama sabachtani! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que allí estaban, oyéndolo, decían: A Elías llama éste" (Mt 27, 45-47).
Reflexión:
Señor Jesús, que angustia, que pena más grande, sólo hicisteis el bien, y por nosotros, por mi pecado, por nuestros pecados, estas sintiendo tanto dolor, nuevamente Señor, donde están aquellos por lo que tu sufristeis, y ahora a pocos instantes de la muerte, sufres la angustia de sentirte abandonado y soportas el dolor de los clavos y de la flagelación, el dolor causado por mis pecados.
Súplica
Señor, no permitas que te haga sufrir, no permitas que te abandone, aleja de mi la soberbia, ayúdame a desterrar la avaricia, el egoísmo y la pereza. Señor, dame toda esa fuerza tuya para no seguir pecando, dame la fortaleza para seguirte a todo lugar señor, hasta la misma cruz y acompañarte en todo momento, por muy difícil que sea. Señor por todos los que yo he abandonado y no le he dado una palabra de aliento cuando más lo necesitaban dame tu perdón.
Piedad y clemencia Señor.
QUINTA PALABRA:
"Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un botijo lleno de vinagre. Fijaron en una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la llevaron a la boca" (Jn 19, 28-29).
Reflexión:
Señor, permíteme interpretar de que tienes sed, es sed de almas, es sed de amor, es sed de perdonar, es sed de salvación de todos nosotros, es sed de compresión, es sed de justicia, es sed de conversión.
Súplica
Señor, también tengo sed, tengo sed de Ti, tengo sed de tu amor, tengo sed de tu comprensión, tengo sed de tu mirar, dame mi sorbo de Ti Señor, para que no se seque mi alma, para que igual que un árbol no me seque y así pueda dar los frutos que esperas de mi Señor, apaga mi sed en cada eucaristía con tu cuerpo y tu sangre, para que vivas siempre en mi Señor, porque estando tu en mi, puedo mirar como Tu a todos mis hermanos, y por no haber apagado la sed de ellos pudiendo hacerlo, perdón Señor.
Piedad y clemencia Señor.
SEXTA PALABRA
"Cuando hubo gustado el vinagre, dijo Jesús: Todo está acabado…"
(Jn 19, 30).
Reflexión:
¿Que esta acabado Señor? ¿Tu misión?, Señor, llegasteis hasta estas palabra, por toda la humanidad, no solo por los habitantes del paraíso que ofendieron a Dios con su desobediencia, nuevamente nos das una gran lección Señor, la obediencia es salvación, acatar la voluntad de Dios, obedecer sus mandatos es llegar a tu reino gracias por esta enseñanza.
Súplica
Señor, quiero que sepas que la obediencia es justamente lo más difícil para nosotros, por eso te suplico que me ayudes a cumplir los mandatos de Dios.
Llenos de ti Señor, no esta todo acabado, pero sin ti Señor no vale la pena vivir, yo quiero seguir buscándote, acompañándote, para acabar definitivamente con todo lo que no es parte de Ti.
Piedad y clemencia Señor.
SÉPTIMA PALABRA
"Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu... y diciendo esto, expiró" (Lc 23,46).
Reflexión:
Señor Jesús, tu última palabra es una gran voz, entregasteis tu vida, la pusiste en las manos de Dios Padre, que gran lección Señor, es preciso que el grano de trigo muera para que pueda dar frutos, tu gesto nos salvo. Con Tu muerte en la cruz, nos indicasteis que en ella esta la salvación.
Súplica
Mi Señor Jesús, quiero ser como Tu, quiero llevar también la cruz, y morir terrenalmente junto a ella, dame Señor, todo lo necesario para no abandonar nunca es camino que me llevara a Ti, y si alguna vez lo he abandonado, si he perdido la confianza, perdón.
Piedad y clemencia Señor.
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